Ahora me tengo que ir a la piscina. He invitado a los amigos presentes en Madrid, y por fin, Proteínas ya puede salir tres horas con los amigos.
La piscina, de no haber nadie en ella, y estar alejada de la civilización, no me resultaría tan desagradable. Es más, lo que más me gusta de ella, es lo fresquito que está uno cuando sale de ella. La piel está diferente, huele diferente, tiene un tacto diferente.
Cuando llego a mi casa después de estar en la piscina, me encanta coger los auriculares, y ponerme un disco tranquilito de ABBA, leer algo, o jugar a la Nintendo.
Bueno, también me empiezo a dar besos en las manos y mordiscos. No penséis que estoy enfermo, es que se me pone la piel tan suave...
A falta de pan, buenas son tortas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario