lunes, 12 de julio de 2010

B/N.

A menos que viváis en otra dimensión, cosa que no es mala idea, sabréis que la Selección Española de fútbol ha conseguido alzarse con el título de Campeones del Mundo.
El gol que dio la victoria fue de Andrés Iniesta, en el minuto 116, ya en prórroga.

Ayer, vi el partido de cabo a rabo, el primero de mi vida, de hecho. Cuando acabó, salimos a la calle mi madre, mi hermano y yo. No hicimos nada, simplemente andar hasta la Cibeles y volvernos.

Jamás había visto nada igual. Era como las fiestas de mi pueblo, pero elevado a la undécima potencia, como poco. Allá donde mirabas veías banderas, gente cantando, petardos, tíos no-manatíes sin camiseta... Había más actividad y ambiente que a cualquier hora del día, y eso que estaba más oscuro que un cerrojo, y que al día siguiente había que trabajar.

Ya os he contado más o menos la postura objetivista, ahora me toca a mí. Como bien dije, salimos nosotros, y simplemente nos internamos en el mogollón. Llevábamos una bandera muy grande que habíamos comprado en el chino de más arriba de la Oficina, movidos por la histeria más que otra cosa (sobre todo mi madre). Deciros que en mi vida he estado más "burro" (¿alguien necesita alguna aclaración? No lo digo de coña, en serio), pero también estaba... bueno. Yo sé lo que quiero decir. Los síntomas son claros, tenía retortijones en el estómago y como algo en la garganta que me impedía hablar.

Estaba triste, más de lo que había estado en dos años, y eso que para muchos era el día más feliz de sus vidas. Pero en fin, tengo que ser yo la nota discordante, cómo no. Estaba solo (me refiero a sin amigos), viendo pasar chulos y chulos. Si es que mi hermano va a tener razón al fin y al cabo. Sí, ese enano mimado. Al fin y al cabo, ¿quién me creo que soy? Tengo hasta pelos en la espalda.

También hace dos años que no lloraba, y ayer lo hice. No en plan histérico ni nada, mi familia ni se dió cuenta. Estábamos andando por una callejuela de Embajadores vacía, y, bueno, fue poco tiempo y en silencio. Mi madre nunca se da cuenta de nada, y casi lo prefiero que sea así. Me reconforta pensar que, al igual que mi padre, yo también tengo una cara de póquer que nadie puede leer.

¿Por qué yo iba a contracorriente? No lo sé. Debo decir que el fútbol nunca me ha entusiasmado, pero ayer era algo especial. Sin embargo, últimamente me estoy dando cuenta que el desengaño que he sufrido está dejando más secuelas de las esperadas.

Ya no me pongo feliz a menos que sea cosas como escuchar una canción que me gusta ("Just Like That"), o ver lo mucho que ha mejorado Proteínas. Son las dos únicas cosas que me han echo sonreír, tanto por afuera como por adentro. Por lo demás, no es lo mismo pasárselo bien, que ser feliz.

He pasado de "niño bien" a "niño dejadillo" en 2 segundos, y eso que siempre he sido in fact "niño dejadillo".

Son estas cosas las que me hacen pensar sobre lo inmaduro que soy, y que se me está escapando (cómo te luces Agnetha), y no una hina que esté creciendo.
Mi cerebro me dice que debes estar contentísimo y orgulloso, pero mi corazón lo único que quiere es una paja (es la mejor medicina para relajarse, entre otras cosas), y seguir jugando al "Hotel Dusk. Room 215".

Voy a dar ahora voz a mi cerebro, porque no quiero acabar así. Enhorabuena, Selección Española. Sois grandres, y habéis logrado algo más que un título, hacer que un país entero se una y salga a las calles con un mismo sentir.

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