miércoles, 24 de agosto de 2011

Tó Reshu.

Ayer fue un día distinto. Recibí un mensaje de la particular Juno local (aunque no indie, sino choni choni). En el SMS me ofrecía salir con su pandilla al parque del pueblo. Acepté.
Después de estar esperando un buen, aparecieron. A más de uno le sorprendería ver tanto oro, maquillaje, mecha rubia, minifalda, camiseta marcada y paquete perfilado; claro que yo ya sabía a quién me atenía. En cambio, sí me sentí contrariado cuando, junto con ellos, se encontraba un carrito portando al hijo de la Juno.
Nos sentamos en unos escalones, y hablaron. Por suerte, conseguí hablar un poco, eso sí, de temas como la carrera, lo que se hace en Madrid, etc. Fueron fugaces momentos. Los restantes, los pasaron planeando una fiesta de cumpleaños (hubo pelea de gatas) y meándose de las amistades de infancia de una de las integrantes.
Al ver que la mayoría de la gente estaba "intermitente", es decir, aparte de la conversación física, mantenían conversaciones por el móvil, yo hice lo mismo.
Para cuando me tenía que ir, se preparaban para marchar a ver a un "payaso loco". Os lo explico, aquí, en mi pueblo, corre la leyenda de que, por el cerro de Santa Ana, hay un payaso loco que va asustando a la gente con una hacha, y tiene un altar de globos a lo largo de la carretera. Aparte de la historia principal, hay otras secundarias. Que si el payaso es rumano, que si es uno que se escapó de la prisión, que si una adolescente con trastornos... En fin, quitan seriedad al asunto.

Después de la narración de los acontecimientos, viene la relfexión. Muchas veces me sorprendo de la rivalidad que existe entre tribus sociales. Ayer estuve con una completamente distinta a la mía, y, aunque no me lo pasé bien, no encontré motivos para ese asco tan enfermizo. Aparte que en mi pueblo no hay tribus sociales. Es todo una masa más o menos homogénea reshulona, en la que todos tienen, como poco, cierto deje cani. Los pocos disidentes acaban marchándose a Asturias, el País Vasco o Londres.
Bueno, es una entrada un tanto pobre, pero había que quitarse el mal sabor de la anterior.

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