La pequenia y desconocida Laura, aunque a la que estoy agradecido de por vida, es la sobrina de mi vecina. Os lo explicare: mi vecina, una soltera un poco acida, tiene una sobrina (lo se, de momento no he dicho nada). Laura vivió una temporadita con su tía mientras se sacaba el MIR, ahora es oncóloga.
Laura es una mujer alta y delgada, con unas gafas de culo de vaso. Vamos, que se meterían con ellas día sí y al otro también. Como yo, tiene dificultad para hablar con los petardos vecinos de mi urba, entre los que me incluyo. El otro día, subimos juntos en el ascensor, ambos con la cabeza agachada, y haciendo preguntas (mas que nada por cortesía) con respuestas monosílabas.
Me extraña que haya pillado novio, y además con buenas planta, pero se lo merece. Se le nota que es una chica que siempre esta disponible para la necesidad de alguien, y con la cabeza muy amueblada.
El otro día, vino a mi casa y estuvo hablando muuuucho rato con mi madre, después de haber recogido unos resultados (no los marcadores). Ademas, nos dejo, disimuladamente, a mi hermano y a mi una bolsita con las típicas cosas que dan los visitadores médicos (post-its, bolígrafos, unos clips de la era espacial, una funda de ratón...).
Ayer llamó desde Zaragoza, su ciudad natal, y le dijo a mi madre lo que consideraban sus compañeros del hospital, y bueno, también explico los marcadores, porque no venían los intervalos.
No me habría enterdo de todo de no ser porque estaba como una maruja con la oreja en la puerta.
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