miércoles, 27 de enero de 2010

DE CAMINO A CASA

Cuando estaba de camino a mi casa, iba yo ensimismado en mis pensamientos, no prestaba mucha atención al camino ni a lo que me rodeaba. A mi bola.

De repente, en la esquina donde hay un barete llamado "La Taberna de Mi Abuelo", apareció un grupo de estudiantes que seguramente venían del IES Juan de la Cierva. Se trataban de tres chicos y una chica, muy jóvenes, tendrían 12 años como mucho, y estaban hablando del coñazo que era la clase de Tecnología.

Uno de los chavales tenía el pelo rizado, en plan "guay", y los ojos saltones como si se les fuesen a salir de las órbitas en cualquier momento. Él era el que más hablaba, con una voz muy curiosa, ligeramente chillona, pero nada histriónica, como si fuese de un personaje de la tele. Muy extravagante el pavo, en fin. Era un chaval muy curioso, los que le seguían eran más comunes. Un bacala, una tía normalita (aunque por la forma en la que hablaba parecía ser una malota) y un chico con gafas que no decía nada (el típico friki al estilo WOW).

Pensé: "Qué grupo más curioso". Se parece bastante al que yo tengo en sus inicios. Lo gracioso fue después, cuando giré la esquina y les perdí de vista, que pude oír claramente "DIOS, PERO QUÉ BUENO QUE ESTÁ EL RICKY". La voz era claramente la del chico de los ojos saltones.

"Qué grupo más curioso", volví a pensar. Me alegré al ver a unos chicos tan diferentes volver a sus casas, y más llevando al freak que llevaban, ja ja, lo digo en broma, yo también soy un freak.

Apenas di dos pasos más, cuando casi me topo con un hombre maduro, de 50 años más o menos, con ojos de ratón de laboratorio. Era bastante bajito, y estaba paseando a su perra (no estoy seguro del sexo del animal). Ya a su nivel, dijo: "Gunta, sit". Las palabras no fueron lo que me sorprendieron, sino la forma de decirlo, con una solemnidad que parecía que la única misión que tiene en la vida es educar a su perra (pongamos que es hembra por el nombre), además, parecía que le costaba un gran esfuerzo, porque contrajo una especie de mueca de dolor. Algo muy extraño, desde luego.
Y así fue como volví a mi casa ayer. Debo reconocer que me lo pasé muy bien al ver estos especímenes del ser humano, me recordaron un poco a mí (el hombre mayor no, pero pensé "¿Acabaré yo así?").

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