jueves, 24 de junio de 2010

La III Guerra Mundial.

Nunca tengo lo que se dicen sueños ni pesadillas. Más bien son sueños que me perturban, no lo paso precisamente bien cuando los tengo.
Hoy he tenido uno especialmente inquietante y duradero. Solamente me acuerdo de algunos fragmentos, pero intentaré hilarlos de manera coherente.
Técnicamente, estaba en medio de una guerra de dimensiones gigantescas, pero nada de lo que había a mi alrededor parecía indicarme que fuera así. Estaba en medio de un campo de olivas en Francia, y con rodeado de unos escombros que parecían haber sido antiguamente un cortijo.
Había más gente conmigo, nadie que conociese. Lo curioso es que yo formaba parte de la historia(tenía que correr por mi vida, esconderme, etc.) pero nadie parecía percatarse de mi presencia.
Mi grupo y yo, que estábamos todos vestidos de etiqueta, con esmoquin (bueno, yo no sé, porque no me veía, era como si lo observase) teníamos que protegernos porque venían tropas enemigas.
Se sucedieron varias escenas de guerra, bombardeos y demás. Tenía un argumento, y ocurrían muchas cosas entre medias. Había un reunión de altos dirigentes, un militar hablando con una mujer rubia, pero no me acuerdo de la conexión que tenían entre sí.
Después de la batalla, en la que lo único que intentamos fue prolongar nuestra existencia, porque no atacamos ni nada. Uno de los Hombres de Esmoquin murió en medio de una mansión medio derruida, y creo que otro escapó y se unió al bando enemigo.
Escenas de negociaciones de altos dirigentes se sucedían en medio de una sala tremendamente vulgar. Una habitación oscura, con una mesa de imitación de madera, y sillas (en las que se sentaban los principales responsables de la seguridad mundial) de comedor de infantil.
Acabamos parando en un hospital muy particular, no tenía pintas de serlo, sino que era más bien una gran caseta, como la de los parques, con algunas camillas y una recepción. Era la enorme, y las paredes estaban pintadas de amarillo canario. Eran como las cinco de la tarde, o al menos la uz solar parecía indicarlo, y se nos acerca una enfermera. "La Guerra ha acabado", venía a decir, aunque no sé si con esas palabras. Mis comañeros, que apenas habían quedado 3, se alegraron mucho, pero yo no. Estaba desconcertado, pensaba en cómo la mayor guerra del mundo había podido acabar tan rápidamente, y sin dejar rastro. No había heridos en el hospital, teníamos los esmoquines perfectos a pesar del trayecto que habíamos hecho (cruzando mayoritariamente pedregales)... parecía que lo único que podía haber quedado de ese enfrentamiento entre no sé quiénes era el cortijo derruido. Había sido además una guerra más ficticia que otra cosa, lo único que había presenciado era ataques aéreos y bombardeos a unos tíos con traje de etiqueta.
Los cuatro nos marchamos, y en el camino uno decdió tomar otro camino. Misteriosamente, estábamos de nuevo en la mansión que ya habíamos frecuenado anteriormente. Íbamos a salir al patio de la casona, la puerta la iba a abrir yo. Justo antes de salir a la luz, un hombre, que era barman (de repente tenía clarísimo que era barman) empezó a meter ficha con el otro que quedaba, y acordaron entablar relación.

FIN

1 comentario:

  1. Hola Monster:

    Menudo sueño!! La verdad es que hay algunos que llegan a ser tan raros que te llegas a preguntar qué ha sido lo que has visto. Algunas veces es mejor no encontrarle sentido jeje.
    Un sueño como otro ninguno, increíble.
    Te seguiré leyendo.


    Luann

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